BERGOGLIO, TAN SEDICIOSO COMO LUTERO

En su primera homilía del año Bergoglio citó a Lutero, exhibiendo por enésima vez, su voluntad de armar otra Iglesia, que no es la católica, Apostólica y Romana. https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2024/documents/20240101_omelia-madredidio-pace.html

Su resentimiento lo lleva a límites impensables hasta no hace muchos años. Una buena prueba de ese rencor son sus constantes insultos contra quienes se oponen a sus designios (“ser rígidos” es uno de los preferidos). Y para llevarlos a cabo ha elegido el camino de la sedición, el mismo del revoltoso Lutero.

Como siempre, en los tiempos oscuros que vivimos conviene recurrir al gran Doctor Angélico que escribe en la cuestión 42(parte II-IIae) de la Suma Teológica donde enseña:

La sedición es pecado especial que en algún aspecto coincide con la guerra y la riña, y en algo difiere de ellas. Coincide, en efecto, con la guerra y la riña en cuanto implica cierta contradicción. Se diferencia, en cambio, de ellas en dos cosas. Primera, en que la guerra y la riña implican recíproca impugnación actual; la sedición, en cambio, cabe con la impugnación actual y con la preparación para ella. De ahí que, sobre el texto de 2 Cor 12,20, afirma la Glosa que las sediciones son tumultos para la lucha, hecho que tiene lugar cuando los hombres se preparan para contender y lo buscan. Difiere también de ella, en segundo lugar, porque la guerra se hace, propiamente hablando, con los enemigos de fuera, como lucha de pueblo contra pueblo; la riña, en cambio, es lucha de un particular con otro, o de unos pocos contra otros pocos; y la sedición, por el contrario, se produce, propiamente hablando, entre las partes de una muchedumbre que discuten entre sí; por ejemplo, cuando un sector de la ciudad provoca tumultos contra el otro. Por eso, dado que la sedición se opone a un bien especial, a saber, la unidad y la paz de la multitud, es pecado especial.

Por eso la sedición es, por naturaleza, pecado mortal. Y es tanto más grave cuanto que el En consecuencia, la sedición se opone a la justicia y al bien común. Por eso la sedición es, por naturaleza, pecado mortal. Y es tanto más grave cuanto que el bien común, impugnado por la sedición, es mayor que el bien privado impugnado por la riña.

Sin embargo, el pecado de sedición recae, primera y principalmente, sobre quienes la promueven, los cuales pecan gravísimamente; después, sobre quienes les secundan perturbando el bien común.

De Jorge Mario Lutero-Bergoglio, liberanos Dómine.