Vistos los alarmantes y continuos pronunciamientos pro LGBT+ de cardenales y obispos -de curas y religiosas ya perdí la cuenta- no es descabellado preguntarse si en el próximo cónclave los electores optasen por un candidato públicamente favorable a esas aberraciones. Y si una vez electo, el nuevo Papa declarase que él posee “la tendencia” pero que “no ejerce”. ¿La elección sería válida? ¿Alguien se opondría?
Pregunto nomás…