Esto es cualquier cosa menos trivial. Como presidente de la República, Emmanuel Macron pronunció este miércoles por la tarde un discurso por el 250º aniversario del Gran Oriente de Francia en el Museo Masónico de la rue Cadet, ante los «muy respetables grandes maestros» (sic), en presencia de diputados y prefectos.
Lenguaje masónico
Si Emmanuel Macron se cuidó de decir que era un laico, sin embargo utilizó todos los códigos del lenguaje masónico de principio a fin de su discurso de casi veintiocho minutos.
El discurso de Emmanuel Macron fue una verdadera oda a la masonería, presentada como «hija mayor de la Ilustración», una expresión que parecía un contrapunto a la de «Francia, hija mayor de la Iglesia». Emmanuel Macron insistió en los vínculos intrínsecos que unen a la masonería y a la República Francesa. «Las logias de la razón fueron las forjas de nuestras leyes», dijo, citando una letanía de leyes que incluían, por supuesto, la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado.
El Presidente de la República concluyó enumerando tres desafíos para la masonería.
El primero es el papel de la masonería en la sociedad actual, un papel claramente insuficiente a los ojos de Macron, quien repitió que «debemos preservar el vínculo vivo entre la masonería y la república». E ilustra su punto con «el derecho a morir con dignidad», un eufemismo para la eutanasia,
La masonería es la república
El segundo desafío es una «invitación a permanecer intempestivos» frente al identitarismo y las teorías conspirativas. Y volvió con este mantra: «El odio a los judíos, el odio a los masones, son dos preludios del odio a la república«.
Por último, el tercer supuesto desafío de Macron a la masonería sería reconectar con el espíritu humanista, «un proyecto cuya forma se viene moldeando desde hace 250 años«.
Y Emmanuel Macron concluyó, halagando a su audiencia hasta el final, declarando: «Mientras la masonería esté trabajando, la república estará despierta».
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